CATECUMENADO DE ADULTOS/17 Testimonios

 

Somos un grupo de 9 personas, de distintas parroquias, edades y nacionalidades, que cada miércoles a las ocho y cuarto de la tarde, nos reunimos en la parroquia Corazón de María.

Tres de nosotros nos preparamos para recibir el bautismo, la confirmación y la eucaristía.

Los demás, deseamos celebrar al final de este proceso nuestra confirmación.

En la catequesis semanal trabajamos con el libro Cristianos y con la Biblia.

También en determinados momentos: rito de entrada, escrutinios, retiro… nos encontramos con los otros grupos existentes en la diócesis.


Sacramentos de iniciación cristiana 2017

El próximo sábado, 20 de mayo, a las ocho de la tarde en la parroquia San Miguel de los Navarros, un grupo de 31 jóvenes adultos van a celebrar los sacramentos (8 bautizos, 10 primeras comuniones y 31 confirmaciones).

El grupo formado por: Julián, Teresa, Alejandro, Ana María, Héctor, Marta y Cristina, se han preparado desde octubre a mayo, en nuestra parroquia Corazón de María.

Acompañados por su catequista Beatriz, cada miércoles han ido recorriendo los principales temas de nuestra fe cristiana.


Mi Reflexión en el curso de Confirmación. 2016 – 2017

Hace tres años, nuestro Párroco, ….., nos pidió la partida de nuestro Bautismo, pues era el año de la fe. Era más importante celebrar esa fecha que la del cumpleaños. Cuando la tuve, vi que no estaba Confirmado; empecé a buscar dónde sería posible hacerlo; lo encontré y desde octubre del año 2016 estoy en este bello grupo, bajo la dirección de la simpática catequista Beatriz ; nos hemos reunido todos los miércoles a las 20:15 horas.

 

 

En todos los sitios que nos reunimos los cristianos está nuestro Señor Jesucristo; en él todo es amor, caridad, misericordia, templanza y no terminaría de nombrar cualidades de nuestro Señor, que nosotros debemos imitar; en mí me llena el Espíritu Santo que Dios me da y todas las palabras del Evangelio las medito y corrijo las imperfecciones que en mí existen; diariamente lo hago; este gran curso nos llena a todos del grupo de grandes esperanzas; nuestro espíritu ha cambiado bastante nuestro actuar como cristianos.

Queridos hermanos

El Sacramento de la Confirmación nos une más firmemente a Cristo aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo, hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia.

INTELIGENCIA para comprender la palabra de Dios y profundizar sus verdades.

CONSEJO para saber tomar decisiones, actuar con prudencia y ver con más claridad lo que le agrada a Dios.

FORTALEZA para sobrellevar las contrariedades de la vida, para permanecer coherentes con los principios morales que Jesús nos enseñó, para soportar las ofensas, incomprensiones y hostilidades en el camino de la verdad y la honradez.

CIENCIA para contemplar y cuidar cada día la obra maravillosa de la Creación que nuestro Padre celestial nos ha regalado.

PIEDAD para tener un corazón abierto a la ternura para con Dios y mis hermanos en Cristo.

TEMOR DE DIOS
para ser consciente de mis culpas, de tu misericordia divina frente a mis debilidades, para que sienta temor de no ofenderte con el pecado y permanezca en la fe, obediencia y el amor que tú nos enseñaste al enviar a tu HIJO AMADO para la salvación de nuestras almas.

Al Sacerdote D. …. y a la catequista Beatriz, que nos dirigen las clases, darles nuestro agradecimiento por la paciencia y caridad que nos demuestran en estos bellos encuentros y por todas las enseñanzas que nos han dado.

A mis compañeros de curso, agradecerles el compañerismo que me han demostrado.

Julián


Mi nombre es Alejandro, tengo 30 años y el sábado voy a recibir el sacramento de la confirmación.

¿Por qué me confirmo? Porque creo en Dios y en la Iglesia Católica, que es la única y verdadera Iglesia de Jesucristo.

¿Por qué creo en Dios? Por la fe que me ha sido transmitida en la familia desde el bautismo.

Yo no soy un converso, siempre he sido católico. La virtud de la fe requiere constantemente de alimento y actualización, deberes que abandoné, del mismo modo que libre y en conciencia he vuelto a retomar.

Cuesta muy poco desatender la fe, más aún en estos tiempos donde todo está impregnado de modernidad.

Al entrar en contacto con la tradición, vivida en el acercamiento a mis abuelos, y el estudio de las Revoluciones, me han guiado hacia el camino correcto que quiero reanudar.

Este último año ha sido frenético en cuanto a lecturas, vivencias, estudios y descubrimientos relacionados con la fe. Sé que, como dicen los Evangelios, el camino es estrecho y angosta es la puerta, pero solo es necesaria voluntad y gracia.

El curso de catequesis que he recibido junto a mis compañeros gracias a Beatriz me ha ayudado al fortalecimiento de mi fe, tanto doctrinal como espiritualmente, así como a reforzar el sentimiento de comunidad al conocer a este maravilloso grupo de personas a las que estaré siempre agradecido de haber compartido este camino que no acaba aquí.

Espero saber superar todas mis dudas, contratiempos y vergüenzas con la ayuda de Dios.     Alejandro


Me llamo Marta y tengo 23 años, soy la séptima hija de una extensa familia en la que todos los miembros (mis hermanos) han sido bautizados, a excepción de mi hermana melliza (con la que recibo los tres sacramentos) y yo.

Este es uno de los aspectos que siempre me ha penado mucho y a pesar de nuestra insistencia (la mía y la de mi hermana) por recibir los sacramentos, a mis padres les ha costado dar el paso.

Recuerdo, a modo de anécdota, cómo, cuando hablábamos con los amigos del colegio y salía este tema, yo les decía a todos que sí había sido bautizada y que consecuentemente iba a recibir mi primera comunión, pues ese era mi mayor deseo.

Paradójicamente, mi madre es la figura principal y más importante, a través de la cual yo he sentido la presencia de Dios, con sus cantos, sus oraciones y sus relatos sobre la vida de Jesús que tan a menudo venía profesando y los cuales tengo muy bien guardados en la memoria.

Con la llegada de mi mayoría de edad, han ido pasando los años y con ellos el tiempo de estar cerca de Dios, hasta que llegó el momento en el que sentía la necesidad de hacer una alianza mucho más fuerte con Él.

El punto de inflexión llegó cuando realicé los cursos de Adeca de la Universidad de Zaragoza, los llevé a cabo por iniciativa personal porque quería formarme en la dimensión religiosa y dar sentido personal a la Palabra de Dios. Es a raíz de estos cursos que me encuentro hoy aquí.

Todo comenzó en el mes de octubre cuando tras varias reuniones para poder recibir los tres sacramentos, llegamos a nuestra parroquia Corazón de María y conocimos a Beatriz (excelente catequista y persona) y a todos los que desde ese momento se convertirían en nuestros compañeros de fe.

Y digo “nuestros” porque tengo la gran suerte de recibir los tres sacramentos con mi hermana melliza, lo cual hace aún más especial si cabe este proceso de catecumenado.

Cada miércoles a las 20:15 nos hemos reunido y en este camino de conversión y compromiso, hemos alimentado nuestros espíritus con la presencia de nuestro Señor.

Tras este proceso de catecumenado, me cuesta creer que ésta sea nuestra última sesión, pues creo que, cuando las cosas se hacen con amor, se pierde la noción del tiempo.       Marta


Me siento muy agradecida al Señor por el regalo que voy a recibir el próximo sábado. Él mismo me va a entregar la plenitud de su Espíritu y con él una misión: dar testimonio de su presencia viva y real entre nosotros. Jesús vive y está entre nosotros siempre y de una manera especial a través de sus sacramentos.

Él nos dijo “yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo” y cada vez que paso por una Iglesia aunque esté cerrada -tristemente hoy lo están muchas y muy a menudo- pienso que ahí está El en paciente espera a que vayamos a su casa, como el Padre del hijo pródigo…. y ¿a quién espera? a mí, a ti, a todos.

“Las presencias” de Jesús entre nosotros son tantas que no hay lugar donde no esté Él… en cada ser humano necesitado ahí nos espera; allí donde nos reunimos en su nombre se encuentra… todo el mundo es Su Casa.

El próximo sábado será un día grande. Saber que le hemos dicho sí para que ocupe un puesto de honor en nuestro corazón es motivo de gran alegría. Él nos eligió primero, es cierto, pero somos nosotros quienes libremente hemos “elegido elegirle”. Somos afortunados por ello.

Estoy deseando decirle un SÍ de corazón. Un sí ¿a qué? a dejarme hacer por su Voluntad, a dejarme guiar por su Espíritu, a ser dócil y a la vez perseverante, poniendo mi voluntad en hacer la suya… sabiéndome débil, pero llena de confianza en Dios, que todo lo puede.

En este catecumenado de adultos todos hemos ido de la mano.

Ha sido una experiencia muy bonita porque durante este tiempo he visto cómo Dios va trazando su plan de salvación en cada uno de nosotros con infinita ternura, respetando nuestros tiempos, nuestras experiencias y nuestra personalidad.

Gracias Dios mío por este tiempo que hemos compartido, tan fructífero para todos nosotros. Que seamos fermento vivo en nuestro mundo de hoy.

Teresa


Mi mas cordial saludo al receptor de esta carta:

El objetivo de estas líneas es compartir mi experiencia en el proceso que me ha llevado hasta mi bautismo, comunión y confirmación.

Mi nombre es Héctor y tengo 27 años, una edad a priori tardía para estos tres sacramentos, y comienzo diciendo esto porque fue lo primero que marcó mi decisión.

Desde que nací me he sentido cristiano como toda la gente bautizada a mi alrededor, pero en parte falto de la iniciación en el cristianismo por lo que oficialmente me sentía fuera de la iglesia.

Al ser cofrade toda mi vida y por lo tanto participar activamente en la comunidad eclesiástica, con el tiempo me he sentido más dentro de ésta y me he acomodado con los años pensando que no necesitaba hacer nada más para ser cristiano que lo que estaba haciendo y sentirme como tal.


Esto fue así hasta hace dos años que dejó de ser suficiente y sentí que necesitaba estos tres sacramentos para yo saber oficialmente que pertenezco a la iglesia católica.

Me costó tomar la decisión porque me parecía raro a mi edad, sobre todo por lo que pudiera pensar la gente a mi alrededor, cosa que ahora me parece absurda pues todo el mundo me ha hecho ver que es lo más normal del mundo y se han ilusionado queriendo compartir este gran día conmigo. De hecho yo, poco a poco, he empezado a valorar más el bautizarme ahora y no de bebé puesto que está siendo algo voluntario, buscado por mí y una experiencia de la que soy consciente y puedo disfrutar cosa que de niño no.

El catecumenado, como tal, también ha sido una gran experiencia, aunque se me ha hecho corta, y he faltado a varias citas, sobre todo acontecimientos importantes que me sabe mal haberme perdido, pero no lo he podido evitar por circunstancias de la vida.

He conocido a grandes personas con las que ha sido un placer compartir este recorrido en nuestros encuentros de los miércoles, las cuales cada una ha aportado algo diferente al grupo haciendo que ese ratito a la semana sea uno de los que no te puedes perder.

Ahora ya a falta de unos días solo me queda esperar con muchas ganas que llegue este gran día y cerrar por fin este circulo abierto en mi vida, compartirlo con mi familia, amigos y compañeros de catecumenado, y gracias a la oportunidad que me da hacerlo a mi edad, recordarlo el resto de mi vida.

Héctor

 

REFLEXIÓN SOBRE EL CATECUMENADO

Mi acercamiento a Dios proviene de antes de comenzar estas sesiones de catequesis, pese a que mis padres no nos bautizaron cuando éramos pequeñas, personalmente mi abuela materna me ha ido inculcando ese interés por la fe en cada oportunidad que se le presentaba, hablando siempre con un amor y admiración sobre Dios que hizo que despertará en mi esa curiosidad por acercarme más a Él.

Fruto de ello hace unos años realicé los cursos que ofrecía la Universidad de Adeca en un intento por conocer más y profundizar en mi fe, la experiencia fue muy satisfactoria y cuando la acabe, fue el momento en el que sentí firmemente la necesidad de dar el paso y recibir los sacramentos que no había recibido hasta el momento, y que deseaba.

Así pues, junto con mi hermana comencé esta experiencia sin saber muy bien cómo iba a transcurrir o que cambios haría en mí, pero con la firme voluntad de adentrarme más en lo que sentía que iba floreciendo dentro de mí, y por lo que me decidí a hace esto.

Aquí he tenido la suerte de conocer a mis compañeros, y a nuestra guía Beatriz, que me han acompañado en este proceso y a los que siempre estaré agradecida.

Durante este trayecto he aprendido que la fe y la creencia, entre otras muchas cosas, es algo personal, comunitario, y sobre todo inesperado, que no entiende de edad ni de culturas, simplemente es algo que llega cuando de verdad se está preparado para ello.

Para mí ha sido un abrir de ojos a una nueva visión de Dios, de su mensaje, de mi relación con Él y sobre todo me ha ayudado a conocerme mejor a mí misma.

Ahora llegada al final de esta experiencia y el comienzo de otra como cristiana, sin duda puedo afirmar con orgullo que ha merecido la pena, y que la voluntad con la que comencé se ha convertido en convicción, sí creo.
Deseo y quiero formar parte de esta fe, que ya forma parte de mí.          Cristina


¡Acción de gracias!

Me llamo Ana María y formo parte del grupo de Catecumenado de Adultos que se reúne en la Parroquia Corazón de María. Aprovechando la oportunidad que se me ha dado, me gustaría contaros cómo vivo la experiencia de mi confirmación.

Toda mi vida he sentido la presencia de Jesús en mi vida, incluso antes del bautismo, considero que en mi nacimiento y en la vida de mis padres Jesús ha estado siempre presente.

Soy feliz por sentir en cada acto de amor que ha formado parte de mi vida la Gracia que Dios nos concede. Sin embargo, no todo lo que nos sucede en la vida son cosas buenas, también pasamos por circunstancias de incertidumbre, momentos de dolor, situaciones en las que a veces no nos encontramos o que parece que se nos cae el mundo encima, y aún en estos momentos, incluso más si cabe, puedo afirmar con seguridad que Su presencia nos acompaña.

Por ello soy feliz de, a mis 25 años, compartir con vosotros este momento en el que acepto con ilusión y fe la misericordia de Dios.

El hecho de que sea ahora significa mucho para mí, por un lado porque soy plenamente consciente de la Gracia de Dios y, por otro lado, porque siento que he superado mis complejos y me acepto tal y como soy, un ser humano, imperfecto, que comete errores, que ha pecado, y por encima de todo que se considera y acepta su condición de hija de Dios.

Me siento afortunada de sentir tanto amor en mi vida, de haber conocido a gente tan maravillosa durante el catecumenado, y de tanta gente que tanto consciente como inconscientemente me han encauzado en el camino.

Pero sobre todo, me siento muy agradecida por recibir SU perdón y sentir con fuerza, fe y esperanza que no estamos solos, que somos valiosos y que juntos como Iglesia podemos participar del Reino de Dios.

Ana María


 

 

 

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