CELEBRACIÓN GRUPOS PARROQUIALES

Celebración trimestral y ágape de los grupos parroquiales.
GRUPOS PARROQUIALES

Canto de entrada:

Todos unidos, formando un solo cuerpo,
un pueblo que en la Pascua nació;
miembros de Cristo en sangre redimidos,
Iglesia peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu
que el Hijo desde el Padre envió,
Él nos empuja, nos guía y alimenta,
Iglesia peregrina de Dios.

Somos en la tierra
semilla de otro Reino,
Somos testimonio de amor,
paz para las guerras
y luz entre las sombras,
Iglesia peregrina de Dios. (BIS)

Oración

¡Que agradable y delicioso
que vivan unidos los hermanos!
Es como un ungüento perfumado
Derramado en la cabeza
que baja por la barba de Aarón
hasta la orla de su vestido,
como rocío del Ermón
Que destila por las colinas de Sión.
Allí envía el Señor la bendición,
la vida para siempre.


Queridos hermanos:

Sois una riqueza en la Iglesia y en la Parroquia. Vuestro fundamento de fe en la oración, vuestra esperanza en la Palabra de Dios, y, sobre todo, la participación en el amor de Dios, os ha llevado a ser siervos activos en los procesos de vuestra propia persona y de los hermanos de la Comunidad parroquial.

Desde dentro, desde vuestros deseos leales a Dios y a la Iglesia, compartís la acción pastoral que debe transformar toda vida humana en el beneficio de la fraternidad. Si miráis vuestras manos y vuestros pies, pero sobretodo vuestro corazón, sea para darles más actividad y agilidad y latidos de auténtica caridad.

Sois muy necesarios, y se espera de vosotros que vayáis por delante abriendo brecha como luz en el mundo y sal de la tierra, iluminando dudas y dando sabor a un mundo soso y confundido.

Nos os canséis, no os desaniméis, no penséis que hacéis poca cosa. Dios, que es infinito, lo hace todo grande, y lo que parece ordinario es milagro.

Os agradecemos vuestra dedicación, todo vuestro trabajo, que muchas veces es callado. Que Dios os lo pague, que es buen pagador.


PASTORAL DE LA SALUD
“SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA”

La enfermedad es una de las nuevas pobrezas de nuestro tiempo: no se trata de “no tener” la salud, sino que significa mucho más, el de “no ser”, “no contar” para los otros, los que se creen “sanos”. El enfermo, con frecuencia, vive la soledad, el abandono más o menos grave.

Es una obra de misericordia “visitar a los enfermos”. Una visita cuyo protocolo tiene que ser la sencillez, pero, sobre todo la veracidad de un cariño que busca hacer un rato de compañía a un enfermo o anciano que encarna la presencia de Jesús: él lo dice: “estuve enfermo y me visitasteis”.

Hacer compañía a un enfermo es: a veces dialogar, otras veces callar; estar a su lado e interesarse por sus cosas; tomarle de la mano y hacerle sentir que no está sólo, que es importante su vida; dejarle que cuente los momentos de la historia que de alguna manera recuerda y ofrecerle siempre la amistad.

El Evangelio es mucho más certero que cualquier palabra humana, al decirnos cómo hay que visitar al enfermo. Es la parábola del buen samaritano, que no da rodeo al ver al herido, sino que se baja de la cabalgadura para estar con él y curarle con los mejores medio que tiene. Y Jesús, al terminar la parábola que se acaba de inventar, nos dice: “Anda y haz tú lo mismo”.

ORACIÓN:

Te ofrecemos, Señor,
los pasos hacia los domicilios y residencias,
las eucaristías celebradas,
las comuniones repartidas,
los momentos de conversación y compañía,
el programa “buenas tardes”,
las escuchas,
los apretones de manos
y todo el consuelo que podemos llevarles.


Oración: (salmo 41)

Dichoso el que socorre al desvalido;
en los días adversos el Señor lo pondrá a salvo.
El Señor lo guardará, le hará vivir dichoso en la tierra,
y no lo dejará a merced de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor;
aliviará sus dolores mientras está acostado.
Yo dije: “Señor, ten piedad de mí,
sáname, porque he pecado contra ti”.
Mis enemigos desean mi desgracia:
“¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?”
Los que vienen a verme no son sinceros,
ocultan su mala intención, y al salir fuera la dicen:
“padece una enfermedad incurable,
se ha acostado para no levantarse jamás”.

Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba,
el que compartía mi pan, me levanta calumnias.
Pero tú, Señor, ten piedad de mí, haz que me restablezca.
Tú me proteges
y me mantienes en tu presencia para siempre.
¡Bendito el Señor por los siglos de los siglos!

Canto:

Al atardecer de la vida me examinarán del amor. BIS

Si ofrecí mi pan al hambriento, si al sediento di de beber.
Si mis manos fueron sus manos, si en mi hogar le quise acoger.


FORMACIÓN
TEOLOGÍA Y BIBLIA

El crecimiento y la formación de toda persona tienen que ir de la mano. Crecer es fácil, porque es natural; formarse ya implica un proceso de atención especial que requiere su trabajo: una sana curiosidad despierta el entendimiento y pone en acto la voluntad para adquirir hábitos enriquecedores que cuajan en madurez.

La formación teológica pone el único fundamento para mantener firme la fe. Dios invisible es un misterio; pero ese misterio se hace visible en su Hijo. Por eso nos interesa acercarnos a él para conocer el sentido de sus palabras y de sus acciones, porque siempre será cierto que quien conoce a él, conoce al Padre. Este conocimiento de Jesús necesita ampararse en su Evangelio: leerlo, pararse a meditarlo, y sacar las consecuencias que marquen la verdadera personalidad del hombre: a ese se llama cristiano, porque refleja la identidad del Hijo de Dios.

La Iglesia, atenta al crecimiento de la persona, propone la estrategia de la pedagogía más oportuna para salir al paso con la ayuda necesaria. En la parroquia el camino de la teología sigue la voz y los escritos del Papa: este año “amoris laeticia”; la esencia de Dios: el amor.

La formación bíblica es un reflexión para saberla escuchar y entender. La palabra de Dios tal como nos ha llegado, tiene, muy en el fondo, la oportunidad del tiempo y lugar, el lenguaje y estilo literario, que hay que desentrañar para encontrar el verdadero sentido que nos quiere transmitir. Siempre será cierto que esta Palabra es eterna, y siempre cae en el surco del hombre con fuerza profética.

ORACIÓN:

Te pedimos, Señor: inquietud para conocerte,
atención para escucharte y decisión para seguirte.
Que sintamos necesidad de tu presencia,
que la sed de ti nunca se sacie,
y corramos a las fuentes tranquilas
para mojarnos en tu don de amor.

No nos dejes a “nuestro aire”,
porque nos es fácil dejarnos engañar
por falsos profetas que nos dicen “soy yo”.

Que madure nuestro sentido espiritual según tu voluntad.


ORACION_DEGRUPOS

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