¡SÍ ME BAUTIZO, SÍ ME CONFIRMO!

Aquí en nuestra parroquia, el próximo 6 de junio de 2015, sábado, a las 20:00 h.

La Celebración de los Sacramentos tendrá lugar el sábado, día 6 de junio de 2015, a las 20,00 h. en nuestra parroquia.


Participan también los grupos de las parroquias:

Nuestra Señora del Portillo, San Pablo, Sagrado Corazón, San Andrés y Nuestra Sra. del Pilar. Un total de 28 personas, de las que 4 recibirán el Bautismo.


 

TESTIMONIO DE GIOVANA

Hacer esta preparación me ha llevado a replantear muchas cosas sobre mi fe y me incentiva a que de aquí en adelante la siga cultivando, creciendo y practicando.

He venido a prepararme para recibir el sacramento de la confirmación, inicialmente porque desde mi plena ignorancia, si así lo puedo definir, era un requisito más para casarme por la iglesia.

Pero esa idea ha cambiado del todo, incluso disfruté de la cada clase a las cuales asistí y con el grupo de compañeros que tuve y soy muy sincera.

Termino esta fase con convicciones tan claras y más profundas que no conocía del cristianismo, la importancia de la oración, la enseñanza que dejó Jesús al mundo y cómo influye en nuestra vida, temas como la explicación de cada sacramento recibido y su significado entre otros temas.

Dios quien está presente en todos lados se manifiesta brindando conocimientos y guía a nuestros catequistas para que enseñen su Palabra y ésta sea tan clara que sea capaz de crear bases espirituales tan fuertes que te convenzan de que DIOS nunca te abandona, te escucha y sobre todo te ama por encima de muchas cosas.

Estoy más que convencida en continuar con mi enriquecimiento espiritual, en cultivar esa semillita de fe en mí y en mi familia porque ahora sé en lo que creo, no hay límite de edad ni fecha de vencimiento para retomar mis creencias y saber lo que DIOS tiene preparado para mí.

Giovana González García


Catecumenado de adultos, 6 de Junio de 2015

MI TESTIMONIO

Me llamo Tamara y quiero explicaros por qué y cómo he llegado hoy hasta aquí.

Toda mi vida, desde mi infancia, he crecido con la presencia de la vida de Jesús como referencia y con ese sentimiento de tener a Dios cerca de mí en todo lo que ha acontecido en mi día a día. Esto fue, no sólo por haberme criado en el entorno de una familia cristiana y practicante, sino también por mi experiencia personal, en la que, en contra de todo control que haya querido tener en muchas de las decisiones y episodios de mi vida, he visto a Dios como mi guía, mi ayuda y mi soporte en el que se apoya mi sentido completo de vivir.

Cuando nací, no fui bautizada con la intención de que tomara mi propia decisión cuando supiera qué implica realmente ser cristiana; así mismo, no recibí el sacramento de la Eucaristía y, en consecuencia, tampoco el de la Confirmación.

Pero ese momento llegó, como no podía ser de otra forma, cuando Dios me llamó a su encuentro. Cuando Él decidió alimentar mi fe y despertar en mí, la necesidad de empezar una nueva vida como cristiana.

En realidad, personalmente, nunca me he sentido lejos de Dios, pero es cierto que con los años, mi amor hacia Él se ha hecho más grande cada día.

Como experiencia personal, hay algo que me gustaría contaros.

Creo que en cada caso, existe un puente que Dios nos ofrece para llegar a su encuentro, una vía, un aviso que nos despierta la fe para hacernos sentir que Dios nos quiere y nos quiere cerca.

Así, al menos fue en mi caso, un domingo de Agosto de 2003. El último domingo que vivió mi tío entre nosotros y la última vez que lo vi. Sacerdote, Agustino Recoleto, de 32 años, nos dejó de manera inesperada y murió.

Me despedí de él como siempre y sin embargo, fue una despedida diferente. Sus últimas palabras fueron: “se buena, sobre todo, se buena”. Aquellas palabras me hicieron reflexionar: ¿a qué se refería? Y lo que es más complicado, ¿Cómo ser buena de verdad?, ¿Dónde “pone” como ser buena?, ¿Quién me diría como hacer el bien?

Nunca pude preguntárselo, pero encontré la respuesta:
En la palabra de Dios.

Este punto de inflexión, dio un giro completo a mi vida. A partir de entonces, me acerqué incluso más a Dios, para seguir el camino que Él me ofrece y alimentar la fe que llena mi vida de alegría y de paz. Poco a poco, sentía una necesidad más grande de ser miembro de la Comunidad Cristiana. Sin embargo, pasaba el tiempo y no encontraba la forma o el momento de hacerlo. Tampoco quería forzarlo. Vivía mi fe con Él, estaba tranquila y sabía que Él me llevaría a su encuentro. Sabía que eso ocurriría y que en algún momento, me lo haría saber.

Y así fue, encontré la puerta de acceso al camino sin buscarla:
Cursé las prácticas de mi carrera como maestra en un colegio religioso y allí empezó todo. Pregunté, me informaron y hasta aquí, en El Corazón de María, donde empecé mi camino.

Recuerdo el comienzo y las ganas eran máximas.
Cada reunión ha sido un granito que ha aportado cada vez más sentido al proceso de conversión que estoy viviendo y que me ha ayudado a crecer como cristiana y a disfrutar del camino que me conduce al encuentro con Dios.

Una de las cosas que me gustaría resaltar del camino recorrido, es la plenitud que me suscita compartir mi fe con otras personas que han sentido el llamamiento de Dios de una forma tan convencida como la mía. Somos adultos y estamos aquí con la absoluta convicción de que Jesús es nuestro referente de vida.

Como último matiz, mi más sincero agradecimiento a todas las personas que han hecho posible esta conversión. Gracias a la Iglesia por su acogida, al Arzobispado de Zaragoza por su proyecto de catecumenado para adultos y a los catequistas por su labor, en especial a Beatriz, que ha hecho de esta experiencia, una convivencia sencillamente perfecta.

Por todo esto, me gustaría transmitir mi testimonio y experiencia espiritual en una única frase:

“Si pones a Dios en todo lo que haces, lo encontrarás en todo lo que acontece”

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