Con motivo de la fiesta del Corpus Christi, Cáritas celebra el Día de la Caridad.
MIENTRA HAYA PERSONAS HAY ESPERANZA
Celebrar el Día de la Caridad es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra identidad y misión, es decir, sobre aquel Amor-Motor que cimentado en el Evangelio de Jesús, se convierte en propuesta de vida para los cristianos.
LECTURAS CICLO A
Primera lectura Lectura del libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16a):
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.» Palabra de Dios
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Palabra de Dios
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Palabra del Señor
LECTURAS CICLO B
PRIMERA LECTURA. Libro del Éxodo 24, 3-8.
La alianza del Antiguo Testamento..
La Eucaristía contiene la alianza definitiva de Dios con su pueblo en la Sangre del Señor. Esta alianza, prefigurada en el Antiguo Testamento, es proclamada en la lectura del Libro del Éxodo.
Moisés bajó del Monte y contó a su pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: haremos todo lo que dice el Señor. El pueblo fue rociado con la sangre de los animales ofrecidos en sacrificio como señal de la alianza del Señor con su pueblo sobre los mandatos.
SEGUNDA LECTURA. Hebreos 9, 11-13.
En cambio, Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tienda es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo!
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte*que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
EVANGELIO: San Marcos 14, 12-16.
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?». Él envió a dos discípulos diciéndoles: «Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.
Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta.
Preparádnosla allí». Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la alianza, que es
derramada por muchos*
En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios». Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos. Palabra de Dios
LECTURAS CICLO C
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (14,18-20):
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abran, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.» Y Abran le dio un décimo de cada cosa. Palabra de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos. Palabra del Señor
RINCOR PARA MEDITAR
DIOS DEL AMOR
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos
está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden
del pecado de la indiferencia,
amén el bien común,
promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros
con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz,
de amor y de hermosura.
Alabado seas. Amén.
(Francisco, encíclica Laudato Sii, n.246).
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo. (Sabine Naegeli)
TESTIMONIO
Mi padre era un enamorado de Jesús Eucaristía.
Recuerdo de pequeña, las visitas a Jesús Sacramentado en el convento de las Concepcionistas Franciscanas de mi pueblo en Épila, que tenían adoración perpetua. La Iglesia estaba siempre abierta, podías acudir a cualquier hora del día. Mis hermanos y yo acompañábamos muchas veces a mi padre.
Él, toda su vida fue muy fiel a la oración ante el Santísimo, siempre que pudo acudió a los jueves eucarísticos de la parroquia Nuestra Señora de la Almudena.
Al entrar, la Iglesia estaba a oscuras. Solo una luz iluminaba el altar donde estaba expuesto el santísimo. Ocupábamos los primeros bancos. Detrás de las rejas se barruntaba la presencia de alguna religiosa, haciendo la vela.
Recuerdo los ojos de mi padre fijos en Jesús y hacia Él dirigiendo su oración. Una oración silenciosa, una oración contemplativa…Bendito y alabado sea Jesús.
En otros momentos a los pies del Santísimo, oraba de rodillas con los ojos cerrados.
No sé cuanto rato estaríamos allí, pero no se me hacía largo. Yo, callada, observaba todo en silencio. Sintiendo en mi corazón que Dios estaba allí, escondido en un trocito de pan.
Me gustaba ir a ver a Jesús y fue mi padre con su ejemplo quien me enseñó la importancia de la oración, quien me enseñó a adorar y alabar a Dios en la Eucaristía y a tenerle presente en mi vida.
Ahora ya de mayor, comulgando cada día recibo una invitación a ser pan, a ser alimento, a saciar el hambre de tanta gente… Beatriz
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
Monición inicial
Hermanas y hermanos: En este domingo celebramos la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el día de la Caridad. Esta situación de la Pandemia nos ha hecho sentir nuestra vulnerabilidad como personas y como sociedad, pero también nos ha hecho valorar más lo que es esencial en la vida… y por lo que vale la pena vivir y dar la vida. «EL PODER DE CADA PERSONA/CADA GESTO CUENTA»
Se nos invita a ser personas con la mirada puesta en los más frágiles de nuestra sociedad, a crecer como comunidad fraterna y a participar en la Eucaristía, sacramento de comunión con Dios y con nuestros semejantes. Con alegría la comenzamos y cantamos unidos.
Acto penitencial
─Tú, que, siendo rico, te hiciste pobre por nosotros: Señor, ten piedad.
─Tú, que te hiciste nuestro hermano: Cristo, ten piedad.
─Tú, que te hiciste alimento para saciar nuestras hambres: Señor, ten piedad.
Monición a las lecturas
Primera lectura:
Cuando Israel iba a entrar en la Tierra prometida, Moisés le recuerda cómo Dios realizó muchas maravillas en favor de su pueblo durante la travesía del desierto, y cómo le dio el alimento necesario para no desfallecer por el camino.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos recuerda que la Eucaristía, es signos de unidad y de comunión.
ORACIÓN COMUNITARIA
Oremos a Dios, Padre de misericordia, que nos ha manifestado su inmenso amor en Jesucristo.
1. Por la Iglesia, para que seamos comunidades de esperanza donde se acoge y se escucha, comunidades en las que se ora y se celebra el encuentro y el perdón, donde podemos sanar y acoger a las personas más frágiles. Roguemos al Señor.
2. Señor Jesús, te pedimos por todos los que han perdido el trabajo, o ven difícil su situación laboral, por las personas que viven en situación de pobreza o de vulnerabilidad, para que encuentren respuesta adecuada por parte de las Administraciones Públicas, y que en nuestra Comunidad encuentren acogida, apoyo y acompañamiento. Roguemos al Señor.
3. Por quienes trabajan en Cáritas y colaboran con ella, para que sean fuertes y cuenten con nuestro apoyo y oración, para saber dar respuesta a las necesidades de las personas que buscan ayuda en nuestra comunidad. Roguemos al Señor.
4. Para que nuestra comunidad parroquial recupere la vida comunitaria, las actividades parroquiales y, sobre todo, la generosidad y la acogida con quienes peor viven. Roguemos al Señor.
5. Por quienes estamos celebrando la eucaristía, que ella nos impulse a ser signos de Esperanza dando vida, cercanía, solidaridad, ayuda, escucha, consuelo, calor humano… Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que tengamos siempre hambre de Jesucristo, pan de vida eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
DESDE LA VIDA MISMA
Un policía ha pagado de su propio bolsillo cuatro potitos a un hombre que fue pillado robándolos para su familia en Zaragoza. El agente no presentó cargos contra el individuo y lo dejó marchar.
Los hechos se produjeron en un centro comercial en torno a las once y las once y media de la mañana del pasado 29 de mayo. El hombre, de 35 años, fue pillado sustrayendo los potitos por las cámaras de seguridad.
Cuando el padre estaba en disposición de irse, el vigilante de seguridad le dio el alto para posteriormente llamar a la policía, la práctica habitual en este tipo de hurtos. El padre contó que está atravesando una dura situación: está parado y tiene la obligación de mantener a su familia.
Ante su relato, muchos clientes se ofrecieron a pagar los potitos robados. Publicado: 08.06.2020 18:36 Antena 3