¡¡SÍ, ME CONFIRMO!!

Me llamo María Mercedes y nací en el seno de una familia no practicante, fui bautizada en la infancia (según mis padres por puro formalismo) y con el paso de los años no recibí la debida catequesis, de hecho me costó bastante convencer a mis padres para recibir clases de Religión en el Colegio Público en el que fui, e incluso comulgue un año más tarde del que me correspondía.

TESTIMONIO SOBRE EL CATECUMENADO

Quedan algunos meses para recibir el sacramento de la Confirmación y ante este acontecimiento que sin duda va a marcar mi vida, son muchos los momentos en los que me he parado a examinar cómo y por qué he llegado hasta aquí. Me llamo María Mercedes y nací en el seno de una familia no practicante, fui bautizada en la infancia (según mis padres por puro formalismo) y con el paso de los años no recibí la debida catequesis, de hecho me costó bastante convencer a mis padres para recibir clases de Religión en el Colegio Público en el que fui, e incluso comulgue un año más tarde del que me correspondía

Un día caminando por la calle, vi en la Iglesia de San Valero un cartel que decía “acercaos a mi todos los que estéis cansados y agobiados que yo os aliviare”, ésta invitación me llevó a pensar en el estado de tristeza y aislamiento en el que yo me encontraba, que junto a la inquietud religiosa que por ese tiempo sentía, me hicieron refugiarme en momentos de encuentro con el Señor como fueron el agradable silencio de la Iglesia, la oración, la visita al Santísimo y la asistencia a la Eucaristía. En este momento empecé realmente a sentir alivio y descanso y pensé que en mi vida faltaba algo importante, algo tenía que hacer, y lo que tenía que hacer, lo tenía que hacer ya.

Entonces poco a poco, empecé a preguntarme muchas cosas y entre ellas porqué no había bautizado a mis hijas, era como si ese hecho me quedase pendiente. Así que me decidí a hacerlo y las llevé a bautizar.

Fue una celebración preciosa de signos y símbolos bellísimos en la que el sacerdote llevó a la práctica el gran rito del “Effeta”, que no sólo surtió efecto sobre mis hijas, sino que hizo un grandioso milagro sobre mi “el de abrirme a Dios”. Así todas estas razones me empujaron a la necesidad de confirmar mi fe en Dios y decidí ir a la Delegación de Catequesis de Zaragoza, donde Lola Ros y toda la comunidad han sido y son enormes apoyos en este tiempo.

Ellos me invitaron a aventurarme hacia un nuevo camino, el Catecumenado, una escuela de vida en la fe, en la conversión y en la oración. Ellos nos han acompañado en este gran camino que conduce a Dios, un camino estrecho, sinuoso y empinado en el que a veces nos paramos, nos perdemos, o incluso retrocedemos, pero que merece la pena realizarlo ya que da sentido a nuestras vidas.

Debo confesar que para mi, este recorrido ha supuesto un “antes y un después” en mi vida, ya que he crecido como persona y sobre todo como cristiana. Cada día, asisto junto con mis compañeros a los encuentros preparatorios que tienen lugar en la Iglesia de Corazón de María y en San Pedro Arbués.

Allí puedo comprobar que hay personas igual que yo, que tienen la misma fe y que siguen a Jesús. Asistir a estas catequesis me ha servido para aprender a ser mejor persona, me ha hecho abrir los ojos al mundo y darme cuenta de lo grande que es Dios. Oír el anuncio del misterio de Cristo, y bajo la acción del Espíritu Santo en mi corazón, me ha hecho buscar libremente a Dios vivo y emprender el camino de la fe y la conversión. Así he aprendido que la iniciación cristiana solo es el comienzo y que el resto de la vida ha de considerarse como un proceso continuo de conversión e iniciación permanente.

Por esta razón no solo quiero agradecer a los catequistas y sacerdotes su compañía en esta gran tarea, sino a toda la comunidad de fieles que han hecho posible este catecumenado. Por ello os pido que nos ayudéis con vuestras oraciones a seguir nuestro camino, un camino donde los sedientos van a beber para seguir caminando por un sendero que nos conduce a Jesús: el Camino de la belleza. Al igual que en la carta “Evangelii Gaudium” del Papa Francisco, nosotros sentimos la necesidad de vivir la Alegría del Evangelio como vosotros en comunidad.

Muchas Gracias.

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