Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecernos a Dios para ir haciendo desaparecer el odio y la enemistad entre sus hijos. Por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos.
Es posible amar al enemigo?
Un maestro dijo un día a sus alumnos: mañana van a traer a la escuela una funda de plástico transparente y un saco de patatas. Al día siguiente todos trajeron lo mandado por el maestro.
Éste les dijo: por cada persona que te niegues a perdonar elige una patata, escribe el nombre de la persona y la fecha de la ofensa y colócala en la bolsa de plástico.
Luego les dijo: tienen que llevar la bolsa y por la noche la colocan junto a su cama.
La condición de las patatas con el tiempo empeoró y olían a muerto.
Este es el precio que pagamos por almacenar rencores y odios. A veces pensamos que el perdón es un regalo que hacemos a los otros; no, es un regalo que nos hacemos a nosotros.
El término ley del talión (latín: lex talionis) se refiere a un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido. De esta manera, no sólo se habla de una pena equivalente, sino de una pena idéntica. La expresión más famosa de la ley del talión es «ojo por ojo, diente por diente».
Talión no era su nombre original sino el que le otorgaron los romanos. Al citarla decían que se debe castigar al delincuente en la misma medida del daño que ha causado: “Tal cual” en latín: talis cualis. De ahí deriva el nombre de talión.
• En el famoso Código de Hammurabi (1792 a. C.), el principio de reciprocidad exacta se utiliza con gran claridad.
Por ejemplo:
¿La Ley 229 establecía que si un arquitecto construía una casa para otro y se derrumbaba matando al propietario de la misma, el arquitecto sería muerto; (Ley. 230) si la casa se había derrumbado matando al hijo del propietario de la casa, se mataría al hijo del arquitecto.
Un siguiente nivel de penas consistía en la mutilación de una parte del cuerpo en proporción al daño causado. Ley 195 establecía que si un hijo había golpeado al padre, se le cortarían las manos; la 196 sostenía que si un hombre libre vaciaba el ojo de un hijo de otro hombre libre, se vaciaría su ojo; la Ley 197 ratificaba que si quebraba un hueso de un hombre, se quebraría el hueso del agresor.
Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas tales como plata, trigo, vino, etc. En los casos en que no existía daño físico, se buscaba una forma de compensación física, de modo tal, por ejemplo, que al autor de un robo se le cortaba la mano.
• En el Antiguo Testamento, más concretamente en la ley mosaica, la ley del talión aparece en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21. Este principio seguirá vigente para el judaísmo hasta la época talmúdica donde los rabinos del momento determinaron que la pena se transformaría en un resarcimiento económico.
También el cristianismo lo deja sin efecto a raíz del Sermón del monte de Jesús de Nazaret (Mateo 5:38-39).
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
SALUDO
Todos tenemos buenos amigos con los que no es fácil relacionarnos, pero hay otras personas que nos cuesta relacionarnos con ellas, saludarlas, acogerlas, perdonarlas. ¿Cómo reaccionas cuando te tratan mal y te ofenden? ¿Olvidas y perdonas algo que te hayan hecho?
Jesús hoy nos dice: perdonad a los que hacen mal, perdonad a vuestros enemigos.
Amor hacia todas las personas sin distinción.
Hoy el Señor quiere contarnos que el mayor mérito del amor, es aprender a amar incluso a quien no nos ama.
PETICIONES DE PERDÓN
1. Por las veces que nos enfadamos y no sabemos perdonar a quien nos hace daño. ¡Señor, ten piedad!
2.- Por las veces que no sabemos corresponder a tu amor hacia nosotros.
¡Cristo, ten piedad!
3.- Porque no siempre sabemos amar a los demás como tú nos enseñaste.
¡Señor, ten piedad!
Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel (26,2.7-9.12-13.22-23):
En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor.
Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.»
Pero David replicó: «¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.»
David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.
David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.» Palabra de Dios
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,45-49):
El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»
PETICIONES
1. Para que aprendamos la lección que nos da Jesús sobre cómo nos debemos comportar. Roguemos al Señor.
2. Para que la Iglesia sepa escuchar la llamada de quienes más la necesitan. Roguemos al Señor
3.-Para que llevemos siempre la paz a nuestra casa, a nuestro colegio, a los amigos. Roguemos al Señor.
4.- Por las personas que ponen su tiempo y cariño a disposición de los más olvidados; los marginados, los ancianos, enfermos, los maltratados… Para que el Amor de Dios les de fuerzas en los momentos más difíciles. Roguemos al Señor.
5.- Por los niños y niñas de nuestra ciudad y de todos los pueblos y ciudades del mundo para que aprendan a amar al prójimo a pesar de sus errores, como Jesús nos ama a pesar de los nuestros. Roguemos al Señor.
CUENTO PARA LA OCASIÓN
Un día el pequeño Héctor se acercó a su madre, que preparaba la cena en la cocina, y le entregó una hoja de papel en la que había escrito algo. Sorprendida, ella leyó atentamente lo que decía la nota:
» – Por cortar el césped: 5 euros.
Por limpiar mi cuarto esta semana: 1 euro.
Por poner la mesa para cenar: 1 euro.
Por cuidar a mi hermanito cuando vas de compras: 2 euros.
Por sacar la basura: 1 euro.
Por sacar buenas notas en el cole: 5 euros.
Por limpiar y barrer el patio: 2 euros.
TOTAL DEUDA: 17 EUROS»
Héctor aguardaba ansioso a que su madre terminara de leer la nota, esperaba una respuesta y, por qué no, que le diera sus 17 euros. Ella, sonriendo y sin quitar la mirada de su hijo, cogió un lapicero y en el dorso de la misma hoja escribió:
» – Por llevarte nueve meses en mi vientre: NADA.
Por tantas noches de desvelos: NADA.
Por los problemas y el llanto que me hayas causado: NADA.
Por el miedo y las preocupaciones que me esperan: NADA.
Por tus comidas, tu ropa y tus juguetes: NADA.
Por cuidarte cuando estás malito: NADA.
TOTAL POR MI AMOR: NADA»
Cuando Héctor terminó de leer lo que había escrito su madre, tenía los ojos llenos de lágrimas. La miró a los ojos y le dijo: «Te quiero mucho mami». Acto seguido, cogió su lapicero y escribió con letra muy grande:
DEUDA TOTALMENTE PAGADA.