DOMINGO DE PASCUA III (A)

Jesús se acerca cuando los discípulos lo recuerdan y hablan de él. Se hace presente allí donde se comenta su evangelio, donde hay interés por su mensaje, donde se conversa sobre su estilo de vida y su proyecto. ¿No está Jesús tan ausente entre nosotros porque hablamos poco de él?
El domingo pasado la figura «central» era Tomás, el que no estaba cuando se apareció Jesús, el que dudó, el del «Señor mío y Dios mío»
Después de la aparición ante Tomás, donde se destacaba su incredulidad, quizás por no estar el día que se presentó a los demás apóstoles, en este pasaje, es como si incidiera aún más en la necesidad de estar en comunidad para comprender.
Este domingo tercero se le conoce como el domingo de los discípulos de Emaús.

En estos dos discípulos se refleja dramáticamente el trauma y la desilusión producida por la muerte de Jesús. “nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel”;

Esa experiencia extraordinaria mientras iban de camino y al partir el pan les hizo realizar inmediatamente el camino de vuelta.

Jesús nos sale al encuentro y, si le damos conversación, nos explica las Escrituras; si le invitamos, nos invita él y parte para nosotros el pan.

Nos envía, en primer lugar a nuestros hermanos como constructores de comunidad, como piedras vivas de la Iglesia; y, después, a todo el mundo, como testigos del Señor Resucitado.


PARA LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA


MOTIVACIÓN
Amigos: Pasada la Pascua de resurrección ya estamos metidos de nuevo en nuestras actividades y trabajos. También seguimos con las reuniones de catequesis o de grupos. Y todo esto, con la gran alegría de saber que Jesús Resucitado nos acompaña. Hay que saberlo descubrir. Siempre está junto a nosotros. Lo vamos a escuchar hoy en el evangelio de Emaús.

PETICIÓNES DE PERDÓN

1 – Porque no te reconocemos al partir el pan de la Eucaristía. Señor ten piedad.
2 – Porque no te reconocemos en tu Palabra de vida. Cristo ten piedad.
3 – Porque no te reconocemos en las personas que caminan junto a nosotros. Cristo ten piedad.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35)

Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo: «¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

(Palabra del Señor)


PETICIONES

1. Por todos los cristianos para que seamos portadores de la alegría por la resurrección de Jesús. Roguemos al Señor.
2. Por los que tienen dudas. Por los que han perdido la fe en Jesús resucitado y viven tristes. Roguemos al Señor.
3. Por los pobres. Por los que no tienen lo necesario para vivir o ser felices. Roguemos al Señor.
4. Por los que se preparan para la primera comunión. Para que vivan este tiempo ilusionados por conocer más y mejor a Jesucristo. Roguemos al Señor.
5. Pedimos a Jesús que nos haga personas alegres y demos testimonio de que queremos ser buenos cristianos. Roguemos al Señor.
6. Por todos y cada uno de nosotros, para que sepamos descubrir el nuevo rostro del crucificado en los más desfavorecidos de nuestra sociedad y seamos capaces de transmitir vida y esperanza. Roguemos al Señor.


Signos que podemos utilizar:

-UNA HOGAZA DE PAN Y UNA JARRA DE VINO

EXPLICACIÓN: Señor Jesús: Tú te hiciste el encontradizo con los discípulos de Emaús; tú caminaste con ellos y les explicaste la Palabra. Pero sólo te reconocieron al partir el pan.
Nosotros, al presentarte la ofrenda del pan y del vino, te expresamos nuestro deseo de ir a anunciar tu Buena Nueva a todos nuestros amigos.

-PRESENTACIÓN DE UN PERIÓDICO

EXPLICACIÓN: Señor, yo te traigo hoy un periódico. Es el reflejo de la actualidad. Al ofrecerte hoy este diario, quiero comprometerme, en nombre de todos, a leer la actualidad con ojos que miren al corazón de las noticias y de los hombres que las viven o las sufren. Abre nuestros corazones a la solidaridad.


-TRES NIÑOS PUEDEN LEER EL SIGUIENTE CUENTO,

Narrador: Esta es la historia de un padre y un hijo que viven en el campo y que se dedican a cuidar y domar caballos. El hijo es joven e impulsivo, el padre es viejo y sabio.
Padre: ve con estos animales al campo y déjales comer en los pastos y beber en el río, y al atardecer vuelves….
Hijo: Papá ¡qué mala suerte tengo! se me han escapado en el campo varios caballos
Padre: Tranquilo, no te preocupes !mala suerte o buena suerte no lo sabemos, confía en Dios
Narrador: al cabo de unos días, los caballos perdidos vuelven acompañados de varias caballos más……
Hijo: Papá, ¡qué buena suerte! Los caballos perdidos se han traído con ellos a varios más, ya somos ricos……
Padre: Tranquilo, ¡buena suerte o mala suerte no lo sabemos, Dios sabrá…Confía en Dios…..
Narrador: Al aumentar el número de bestias en el patio y tener el mismo espacio, las bestias estaban más apretujadas, y el hijo al ir a echarles agua recibe una patada y se parte una pierna.
Hijo: Papá ¡qué mala suerte tengo! Ahora que todo nos iba bien me rompo la pierna….

Padre: Tranquilo hijo ¡mala suerte o buena suerte, no lo sabemos, Dios sabrá…confía en Dios…..
Narrador: Al cabo de unos días, el rey manda a llamar a todos los jóvenes a filas, ya que el país acaba de entrar en guerra con sus vecinos, pero al hijo no lo llevan porque tenía la pierna rota.
Hijo: Papá ¡qué buena suerte, no me han llevado a la guerra!
Padre: Tranquilo hijo mío ¡buena suerte o mala suerte!, no lo sabemos, Dios lo dirá, confía en Dios.
Narrador: Este es un cuento que nunca termina, porque es el cuento de las cosas que nos pasan cada día, en la que tenemos que aprender a mirar los acontecimientos desde la tranquilidad y la confianza en que Dios nunca nos deja solos, sino que está siempre con nosotros en la vida de cada día.



Entrega de los evangelios a niños que harán su Comunión este año.

 

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