Cuaresma.
Los catecúmenos camino de la Pascua.
Tres domingos.
Tres personajes:
La Samaritana, un ciego de nacimiento y Lázaro.
Tres símbolos bautismales: El agua, la luz y la vida….
Hoy hablamos de la LUZ.
La cueva oyó un día una voz que le decía: “Sal a la luz. Ven y contempla el brillo del sol.”.
La cueva respondió: “No sé lo que dices, yo soy todo oscuridad”.
Después de muchas invitaciones, la cueva se aventuró, salió y se sorprendió al ver tanta luz por todas partes,
La cueva miró al sol y le dijo: “Ven conmigo y contempla mi oscuridad”
El sol aceptó y entró en la cueva.
Ahora, le dijo el sol, enséñame tu oscuridad, pero ya no había oscuridad, todo era luz.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
SALUDO
Amigos: Faltan pocos días para que, como cristianos, celebremos la fiesta de Pascua, la Resurrección de Jesús.
Pero con nuestro carnet de peregrinos tenemos que caminar hasta la fiesta y a veces no sabemos muy bien el camino. ¿Has probado a caminar alguna vez con los ojos cerrados, sin ver nada? Sientes inseguridad y pierdes el rumbo.
De esto se nos va a hablar el evangelio: un ciego que encuentra la verdadera Luz.
Amigos, vamos a celebrar. Vamos a participar con alegría.
PERDÓN: Los niños suben al altar y rezan juntos el «Yo confieso»
Un cuento: La canasta que se limpia en el rio
Un niño le dice al abuelo que no entiende la Biblia y que por lo tanto no merece la pena leerla.
El abuelo le pide que tome la canasta que utilizan para trasportar carbón y que se la traiga llena de agua del río.
El niño va varias veces y siempre la trae vacía. El abuelo insiste en que la llene más y que vaya corriendo. Y siempre es inútil porque la canasta viene vacía.
Le dice el niño al abuelo que vea que también es inútil correr porque la canasta viene vacía.
Entonces le pide el abuelo que mire bien la canasta porque ahora está limpia.
Esto es lo que pasa cuando leemos la Biblia, aunque haya momento en los que no entendamos lo que leemos, sin darnos cuenta nos está iluminando y limpiando por dentro invitándonos a ser mejores y a ser más felices.
LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
CRONISTA: En aquel tiempo al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Entonces, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
JESÚS: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
CRONISTA: Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
GRUPO: « ¿No es este el que se sentaba a pedir?».
CRONISTA: Unos decían:
GRUPO: «El mismo».
CRONISTA: Otros decían:
GRUPO: «No es él, pero se le parece».
CRONISTA: Él respondía:
CIEGO: «Soy yo».
CRONISTA: Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
CIEGO: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».
CRONISTA: Algunos de los fariseos comentaban:
GRUPO: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
CRONISTA: Otros replicaban:
OTROS: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
CRONISTA: Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
OTROS: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
CRONISTA: Él contestó:
CIEGO: «Que es un profeta».
CRONISTA: Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
OTROS: « ¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?».
CRONISTA: Sus padres contestaron:
PADRES: «Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse».
CRONISTA: Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías.
Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le replicaron:
OTROS: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
CRONISTA: Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
JESÚS: « ¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
CRONISTA: Él contestó:
CIEGO: « ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
CRONISTA: Jesús le dijo:
JESÚS: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es».
CRONISTA: Él dijo:
CIEGO: «Creo, Señor».
CRONISTA: Y se postró ante él. Palabra de dios
PETICIONES
1. Por el Papa y nuestros Obispos y sacerdotes, para que nos ayuden a ver la vida con la luz de Jesús. Roguemos al Señor.
2. Por los niños y niñas que no han conocido la luz que Jesús les puede dar. Roguemos al Señor.
3. Por nuestros familiares y amigos que andan sin luz, buscando el camino. Roguemos al Señor.
4. Por los jóvenes para que se encuentren con Jesús, sientan su presencia y sepan transmitir a los demás jóvenes lo que ellos han experimentado . Roguemos al Señor.
5. Por todos los que llevan sobre sus hombros la Cruz de la pobreza, la soledad, la indigencia para que cuanto antes puedan ver alguna luz para sus necesidades. Roguemos al Señor.
DESPEDIDA: El ciego del hospital.
Dos jóvenes enfermos estaban ingresados en la habitación de un gran hospital. Uno era ciego. El otro, al otro lado de la habitación, tenía sus ojos totalmente vendados por una grave operación en la cabeza. Éste último comenzó a preguntar a su compañero ciego;
¿Qué ves al otro lado de la ventana? El joven ciego, le respondió: ¡No te lo puedes ni imaginar! Unos preciosos jardines; personas que se quieren; una fuente de colores; niños que juegan.
Fueron pasando los días y de nuevo el que tenía los ojos vendados preguntaba una y otra vez:
¿Y ahora? ¿Qué ves hoy? Y, el joven ciego le respondía; ¡Cosas muy bonitas! Un perro que juega con su amo. Unos montes nevados al fondo. Una banda de música que toca en un parque y, sobre todo, miles de pájaros que cruzan el cielo… incluso veo a Dios que dirige todo.
El joven de los ojos vendados estaba emocionado. ¿A Dios también?
Nunca había sido tan feliz.
Una mañana, cuando despertó, llamó a su compañero ciego pero éste no le contestó. Una enfermera le dijo: se lo han llevado esta noche y ha fallecido hace un momento.
En cuanto le retiraron las vendas preguntó: ¿Pueden ponerme al otro lado de la habitación?
La enfermera le preguntó. ¿Al otro lado? ¿Para qué? El joven respondió; quiero ver el paisaje, los montes, los pájaros, los niños, las fuentes, los enamorados, el parque, y sobre todo a Dios que dirige todo….quiero contemplar ese mundo precioso que mi compañero me ha descrito.
La enfermera, con lágrimas en los ojos, le contestó: amigo mío. En esta habitación no hay ninguna ventana. El compañero que ha estado junto a ti durante este mes, era ciego y….todo lo que te ha comentado que existía…existía de verdad…pero en su corazón. Lo ha hecho para que fueras tú más feliz, se te hiciera la enfermedad más tolerable y contemplaras lo que en su corazón habitaba y vibraba.
Que también nosotros sepamos comunicar a los demás la alegría que llevamos dentro. Y, una de ellas, ha de ser la belleza de la fe.